Amigos enganchados:

dijous, 3 de març del 2011

Esperanza

Comenzó a verse una luz allá al fondo, solo faltaba un poco más. Entre todos, trabajando juntos, estaban a punto de conseguirlo. Los más tercos encabezaban el séquito de personas que se arrastraban como podían por entre las piedras. Había quien no tenía fuerzas. Otros con el aliento perdido. Otros más olvidando que la esperanza es lo último que se pierde.

–Lo último que se pierde… –dijo una voz, murmurando –. Lo último que perderemos aquí será la vida.

Los tercos continuaban arrancando piedras y arcilla de las paredes del conducto. Les dolían las manos. Los dedos, ensangrentados. Las rodillas, ensangrentadas. Sus cabezas cubiertas con los ropajes arrancados por sí mismos; dejando sus torsos desnudos y maltrechos, con la última solución de llevar el rostro a cubierto para proteger sus pulmones del polvo arenoso que se desprendía de las paredes.

–No lo conseguiremos –comentó una de las chicas. Su voz era quebradiza y temblante.

–¡Venga! –gritó uno de los avanzados –. No os podéis rendir ahora. Continuar sacando la grava hacia atrás. ¡Rápido!

Otro lamento se escuchó desde la zona más atrasada de la hilera humana. Un grito. Una caricia. Un susurro. Y el lamento dejó de lamentarse para seguir sacando las últimas fuerzas. Las siguientes piedras.

–¡Eh! ¡Los de adelante! ¿Cómo veis el tramo final?

–¡Cerca! –gritó el que encabezaba “la marcha” –. ¡Aunque hay algunas zonas en las que se estrecha de manera imposible! ¡Deberemos seguir escarbando y extrayendo runa!

–¿Puedo probar yo? –preguntó uno de los más escuálidos participantes –. Quizá sí pueda pasar por entre esos retortijones. Quizá consiga llegar hasta allí y entregar el de todos.

–Está bien, pequeño. Pero ándate con mucho cuidado.

El pequeño escuálido siguió las órdenes del predecesor. Se quitó la ropa, quedándose en calzones y se embadurnó el cuerpo con el aceite que habían guardado para las luces de llama. Se pegó una pequeña bolsa de plástico a su alrededor, llena de papeles. Estiró los brazos hacia arriba y se metió lentamente por el estrecho agujero que conducía a aquella luz.

El silencio se hizo de inmediato.

En el ambiente solo se escuchaba el sonido del cuerpo del chaval que se iba adentrando hacia alguna parte. El fregar de las piedras con la grava. El leve quejido del escuálido al percibir el dolor intenso de sus costillas, habiendo sido peinadas por la afilada punta de un trozo de piedra rota que sobresalía del suelo.

Respiraciones aceleradas.

Grotescas inhalaciones combinadas por el polvo térreo.

Un sollozo mal disimulado.

–¡No puedo seguir! –gritó el muchacho –. ¡Me he quedado atrancado!

–¡Saca todo el aire que puedas e intenta moverte! ¡Hacia atrás o hacia delante!

–¿Y si se rompen los papeles? –contestó el chico con miedo –. ¿Qué hago entonces? ¡Sin esos papeles no somos nada!

–¡Inténtalo! –gritó una de las chicas del fondo del túnel –. Por lo que más quieras en esta vida. ¡Inténtalo! ¡Si no lo consigues moriremos todos!

El nerviosismo se adueñó en el oscuro túnel. Los sollozos. Las quejas. Los improperios… Las decenas de ojos clavados en una misma dirección.

Y los pies del chico que era lo único que se veía al final del agujero.

La luz se había eclipsado por el cuerpo del muchacho. El resto de los presentes intentaban tranquilizarse. Sus caras, sus ojos inyectados en sangre, danzaban cuales demonios lo hacían frente a la luz de las luces de llama. El silencio continuaba sin que nadie hiciera algo para quebrantarlo. Miradas perdidas de unos; de miedo de otros. Y al reloj, un tercero.

–Están a punto de sonar las doce –avisó el joven que miraba de cerca la esfera de su reloj de pulsera.

Todos se giraron para volver a mirar al muchacho del agujero. Sus pies no eran más que siluetas lejanas al fondo de un abismo.

De repente, se hizo la luz. Una luz que irrumpió en la oscuridad de la gruta, cegando momentáneamente a todos lo que miraron hacia ella. Penetró como una Diosa, gobernándoles a todos ellos. Y poco a poco perdió intensidad.

Volvieron a mirar y el muchacho ya no estaba.

Y se aliviaron.

Los tercos que encabezaban la hilera fueron hacia la cola de ésta, pasando por encima de la gente que había por el suelo. Todos sucios y maltrechos. Pero felices.

–¡Vamos, compañeros! –gritó el mismo que embadurnó al muchacho –. ¡Lo hemos conseguido.

–Sí –se escuchó más allá--. Ahora a descansar. Vamos.

Y la marabunta de personajes abandonaron ese final de túnel para volver a sus aposentos, repartidos éstos por diversos niveles de su hogar.

Dos de ellos, un chico y una chica, caminaban sonrientes hacia la galería que les conduciría a su lugar de descanso.

–¿Qué te ha parecido? –preguntó ella.

–Pues que por poco no lo conseguimos –contestó él, con claros síntomas de felicidad –. ¿No crees?

–Sí, creo.

–Bien. ¿Y ahora qué? –preguntó el chico, antes de despedirse de ella, en el agujero de su celda.

–Habrá que esperar a la siguiente frase. A ver si también podemos entregarlos a tiempo y se salva otro de nosotros.

11 comentaris:

Ángelicaladas ha dit...

Vaaaaale, me tenías intrigadísima mientras iba leyendo y al final me has arrancado una sonrisa XDDDD

Shaylee ha dit...

Me encanta, me deja con ganas de leer mas... jejejeje

Rebeca Gonzalo ha dit...

Me ha encantado... se trataba de personajes literarios a la espera de salir en una historia. ¡Muy bueno!

Pugliesino ha dit...

Leía la historia como si de una espiral se tratase en ascenso hacia una salida, pero había que descender hasta el fondo del relato para hallar su sentido.
Frase salvada! :)
Gran historia, un abrazo quillo

Jan Lorenzo ha dit...

Un tema excelente para un regreso tan esperado por muchos de nosotros. Genial explicación sobre como llegan esos relatos desde el fondo de nuestra imaginación (al menos así lo he entendido yo ;p )

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

Suseya ediciones ha dit...

Creia haberlo entendido y me he leido los comentarios por si acaso, muy adecuado y realmente descoloca hasta el final, buen trabajo.
Un saludo del Bardo.

Jara ha dit...

pues estoy espesa porq yo no me he enterado y he releido!! volveré por si veo novedades porq los comentarios no me aclaran nada!!
papeles en una carcel? libertad?

la esperanza la veo!!

Larisavel ha dit...

Holaa! me encanta volver a leerte, veo que no has perdido eso tan tuyo que hace que tus relatos sean especiales y que me gusta tanto. Muy bien narrado y el final geniaaaaal! Vamos a ver a cuantos más sacamos con las siguientes frases.
Besitosss

Sara ha dit...

Muy original, termina siendo lo que no parecía. Buena metáfora.

Un saludo, nos seguimos leyendo.

atenea ha dit...

Me he pasado todo el rato pensando dónde estaban y me has roto con el final, no me lo esperaba para nada (y eso me encanta!! jaja)

Me ha gustado mucho la historia :) Besos!

El mundo de Yas (Andrés) ha dit...

Hellcito...

No sabes cuanto me alegra volver por estos lares y ver que te has reactivado.

Eres de mis favoritos, quiero un hijo tuyo...jajajaja....

Gran texto el tuyo, como siempre (y no es peloteo gratuito, quiero mi paga).

Cuidate, nos vemos pronto.
Yas.