Amigos enganchados:

diumenge, 15 de gener del 2012

CC74 - El último grito.

—Estaba cansada.
Los gritos de los mayores, discutiendo sobre cualquier cosa discutible entre dos hermanos gemelos. Lanzando la ropa de los armarios al suelo; dejando las zapatillas apestosas por cualquier lado del cuchitril en el que vivían. Perdidos de la escuela, sin trabajo, con una juventud precaria y consumidora. «Mamá, dame dinero», ambas manos extendidas. «Pedídselo a vuestro padre». Y el padre en el bar de la esquina, quejándose de la vida con sus amigos.
—Me faltaba ayuda y estaba desbordada.
El hijo pequeño destripando la garganta entre grito y grito, haciendo volcar el plato de acelgas por encima de la trona. «¡Mamá, no encuentro mi vestido!», la hija mayor que busca un hombre con desesperación. «Mamá…». Y la madre que se gira, con mirada histérica. «¡Mierda para vosotros!»
—Me estaba volviendo loca.
La puerta que se cierra y el marido que va directamente a la nevera, con el mando del televisor apresado en una mano, y que deja caer su cuerpo sobre un sillón sucio y desgastado. Los zapatos por un lado, la cazadora por el otro, y el comentarista del partido chillando entre las paredes. «¿Qué hay de cenar, nena?».
—No pude más…
Su mano temblorosa. Sus ojos desquiciados. Todo a su alrededor no era más que un bucle ruidoso de podredumbre y caos. Su vida de princesa acabó en un cuchitril cochambroso de facturas y gritos. La mano que eleva el tenedor, acelgas colgando como lianas. Los gemelos peleándose con la puerta del baño. El marido curioso por saber qué se llevará a su buche prominente. La hija desesperada por encontrar una verga fácil con dinero. Y el tenedor que llega al final de la garganta, apagando el sollozo extremo del pequeño. A partir de ahí, todo fueron silencios. Luego, derramamiento de lágrimas maternales, antes del derrumbamiento moral. El niño nunca más iba a gritar. La familia nunca más iba a ser la misma. Ella no volvería a pisar aquél tugurio de excrementos mentales llamado familia.
Y allí, en aquella habitación en penumbra recluida de la vida, la madre acariciaba la almohada al terminar de contar lo que ocurrió aquel día.
—No llores. Era sólo una historia para que te comieras las acelgas.

9 comentaris:

Teresa ha dit...

Una historia de la vida cotidiana. Una historia real, por desgracia, de ruidos y cosas tiradas por el suelo. Acaso la obsesión por el orden de las cosas en este siglo, no es más que el reconocimiento de que somos incapaces de organizar nuestras propias vidas. Una familia al uso, como muchas de las que vemos por ahí. Ójala, las acelgas nos sirviese muchas más veces para poder describir la puñetera realidad desordenada y tirar del hilillo hacia la calma y la reflexión, como haces tú aquí. Me ha parecido un buen relato. Sí. Sin ningún pero. Un beso

El mundo de Yas (Andrés) ha dit...

Desde luego espero no ser nunca el retrato de hombre que pregunte cada noche que hay de cenar a su nena... jaja... Más o menos lo he vivido desde el lado del niño y luego de mayor he comprendido el desgaste de mi madre con todo el mundo. Pero sigue ahí, dando guerra, eso si, esta vez ya no hay nadie que le pregunte por la cena... Los demás tienen manos para hacerse las acelgas. je. Felicidades.
Mundoyás.

Charlie P. Raven ha dit...

Me sorprende que fueramos tan pocos esta vez los que publicamos, siendo (creo yo) más fácil la dinámica (aunque yo la he entendido al reves). ¡Genial relato!

Malena ha dit...

Joer, he sentido un escalofrío que me ha recorrido toda la espalda.

Me ha gustado la forma en que desarrollas la historia, intercalando la descripción precisa del escenario con las frases de ella.
La única lástima es que esa situación familiar sea más común de lo que muchos quisiéramos.

Me encanta leerte :D.

atenea ha dit...

Bufff!! qué historia más dura te han inspirado las acelgas, ¿no? Y es dura por lo que tiene de real, cuántas madres tienen que aguantar situaciones parecidas día tras día sin que nadie parezca darse cuenta... buena reflexión, sí señor.

Me ha gustado mucho, pero no es novedad, ¿no ves que me repito? jajaja Venga, un culín \=/ antes de que llegue Carlos a darte otro, que te lo has ganado ;)

Muuua!

Jara ha dit...

Nene!!
no me esperaba yo algo así de este reto y me ha gustado. Si señor. Y la forma de contarlo. La escena final si te la imaginas es muy grande! (creo que mis dotes de actriz en estos casos me pueden)

1 besote capullo

Rebeca Gonzalo ha dit...

Hay muchas supermujeres por el mundo que no llevan capa ni tienen superpoderes, pero que aguantan horas interminables de trabajo doméstico sin ayuda de nadie. Un buen homenaje para ellas.

Por cierto, no me esperaba este tipo de texto para nada je, je.

Besotes.

Pugliesino ha dit...

Tremendo estallido y escalofriante final. Pero tal cúmulo de cólera desatada va perfectamente combinada con la templanza de la narración.
Es una ira interior, no hay histeria, ni aspavientos,todo en casa sigue su curso rutinario de tal forma que no había, salvo en el interior de su cabeza, nada que presagiase lo que iba a pasar.
Una bomba de tiempo que desató tanta injusticia, tan poco apoyo.

El relato, magnífico; la realidad que refleja, tristemente vigente.

\=/ un culinazo genio! :)

Jan Lorenzo ha dit...

Un relato genial. No me esperaba ese final y que ella estuviese volcando todos sus sentimientos en una almohada tras lo que había hecho... Perfecto :)

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.