Queríamos ser libres porque una
vez alguien dijo que llegaríamos a serlo; porque nuestro pueblo es algo más que
una parte reducida por el peso de las armas, y el calor de la sangre que sembró
de odio el suelo donde nacimos, crecimos y aprendimos a ser lo que somos.
Llevamos siglos manteniendo una identidad que siempre ha sido pisoteada por los
que sólo se sirven del uso de la fuerza y la sumisión.
No nos callamos.
Nunca lo hemos hecho, ni lo
haremos.
De nada sirve ser un pueblo que
tiende la mano y recibe un mordisco rabioso, por el simple hecho de calificarnos
como diferentes, aunque en el fondo seamos todos partícipes de un trozo de
terreno que se ha trabajado durante generaciones; donde clérigos, reyes y políticos
han desenfundado sus fuerzas para arrebatar el esfuerzo de millones de seres
humanos, dejándonos en el más cochambroso ridículo en cualquier tramo del
tiempo.
Quizá no sirva de nada alzar la
voz al cielo y pedir la justicia que nunca se nos ha permitido, la igualdad que
jamás nos han otorgado.
Queríamos ser libres, dijo
alguien una vez.
«¡Por fin, somos libres!», gritará
orgulloso alguno de nuestros sucesores, quien sabe si en este nuevo siglo.
3 comentaris:
Para que tu última frase se cumpla... otras generaciones pasadas, la nuestra y próximas no solo han de alzar la voz. Han de unirse y luchar. Saludotes.
es imposible una libertad donde nadie se pone de acuerdo, donde cada uno quiere algo diferente. Ni si quiera alcanzaremos una libertad individual porque nunca nos estamos conformes con lo que tenemos.
La libertad solo aparece cuando nos la quitan, y entonces la perseguimos para capturarla, pero ella es libre.
Puxa la lucha!
Un abrazo y adelante!
Publica un comentari a l'entrada