Amigos enganchados:

diumenge, 17 d’abril del 2011

El hombre del maletín.


La complicidad se asomaba a sus ojos, no dejarían escapar aquella oportunidad, y esperaron a que el hombre saliera del edificio, mientras lo veían descender las escaleras, con el maletín en la mano, a través de las enormes cristaleras.

Paco y Lucía descendieron del automóvil y se apoyaron en la pared. Disimulaban su presencia charlando como si fueran un par de amigos. El hombre del maletín pasó por su lado, con la cabeza gacha y mirando absorto hacia el suelo. Cuando llegó al final de la acera giró hacia el callejón que se metía hacia la derecha. Paco y Lucía se apresuraron a llegar hasta esa esquina. Paco llevaba la pistola en el bolsillo de la chaqueta mientras que del cuello de ella colgaba un enorme bolso de tela, donde iría a parar todo el dinero de ese maletín. Y al llegar a la esquina vieron que el hombre que seguían volvía a girar en la siguiente esquina, otra vez a la derecha.

–¿Nos estará preparando una trampa? –preguntó Lucía al ver que el hombre del maletín no había hecho más que rodear el edificio para ir a su parte de atrás.

–No creo, Luci –contestó Paco –. No tiene por qué saber que vamos a robarle hoy.  Y no es un día para llevar mucho dinero encima. Si hubiéramos esperado a fin de mes, que es cuando lleva todo el dinero de las nóminas de su departamento…

–No podemos esperar tanto, Paco. Nos van a embargar la casa y el niño necesita tener un techo, como nosotros.

–Lo sé, Luci –dijo Paco apenado –. Lo sé…

Al llegar a la siguiente esquina miraron con cautela el camino del hombre del maletín. Éste se encontraba junto a dos contenedores. Se había quitado la americana y la había dejado colgada en una de las tapas. Agarró la palanca de la segunda tapa y la abrió. Se arremangó por encima del codo e hizo un esfuerzo descomunal para poder sacar unas maderas, unas ruedas, una bombona y uno fogones. Un trozo de tela también, bien plegada en una caja de cartón.

Paco y Lucía se quedaron inmóviles observando lo que hacía el hombre del maletín. Y el hombre abrió el maletín, metió las manos en él y extrajo unas herramientas y una bolsa con ropa en su interior. Dejó la bolsa a un lado y se dedicó a juntar las maderas, apretando los tornillos que las sujetaban. Anclando los tubos que unirán el cajón con las ruedas y los que soportarán el tendal desplegado. Se metió entre los dos contenedores y se desnudó.

Paco y Lucía no entendían nada.

De la bolsa de plástico extrajo unos pantalones, una camisa y una gorra. Se vistió con ello, guardando su traje de negocios bien doblado en la misma bolsa. Ésta en el maletín y éste, junto con la americana impoluta, en el interior de un coche desvencijado que había aparcado al lado de los contenedores. Del maletero de ese coche sacó una nevera portátil que metió en el interior del cajón. Cerró el maletero y se limitó a empujar el carro por el callejón hasta llegar a la altura de Paco y Lucía.

–Buenos días –dijo el hombre del carro –. ¿Desean probar unas buenas salchichas recién hechas?

–Pero… –se pronunció Paco –. ¿No trabaja usted en esta empresa?

–Digamos que sí… pero necesito dinero para poder mantener a mi familia. Y como nos han congelado el sueldo, pues le hago creer a mi mujer que me paso todo el día en la oficina, cuando en realidad me dedico a caminar por este barrio, que gracias a Dios no me conoce nadie, intentado vender algo así como perritos calientes. Deberían probar de hacerlo ustedes también, en lugar de intentar robar a gente como yo. ¿De verdad no quieren probar una? ¡Se la regalo!

5 comentaris:

Rebeca Gonzalo ha dit...

Me ha gustado, aunque es una historia terrible la de ese hombre y que nos recuerda la crisis que arrastra consigo a tantas y tantas familias en nuestro país y en todos.

Pienso que el final desluce un poco, cuando él da a entender que sabía que iban tras sus pasos. No obstante, me parece una historia muy buena y bien contada. Como siempre un placer leerte.

Besotes.

Roc ha dit...

Yo pienso que espero que te encuentres mejor, pero que estar un poquito pachucho no te ha venido nada mal, desde luego te ha enternecido y mucho....
Quizás cuando estás con todas tus fuerzas, tus relatos son más ricos en palabras y explicaciones de los hechos, pero en el tipo de relato, me quedo con el enfermito, el otro es muy bárbaro y con demasiada tendencia a la ficción.
Te envío Besos y te deseo una recuperación rápida querido amigo.

Jan Lorenzo ha dit...

Menudo palo que se han debido de llevar Paco y Luci, ellos pensando que iban a sacar una buena pasta y al final iban a atracar a alguien que estaba casi peor que ellos...

Por desgracia, el relato es demasiado real. Con todo lo que estamos viviendo ahora, hay demasiada gente así, tanto en una situación como en la otra...

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

Pugliesino ha dit...

Al tiempo que el relato, como en una realidad paralela a el, cada personaje conlleva multitud de situaciones, de pesos difíciles de soportar, de por qués y de fuerzas ya desesperadas que se transforman en últimos recursos.
Y esa frase, sentencial, de no entender nada, refleja esa llamada crisis que aun hoy tratan los expertos de entender, pero mientras los que la causaron siguen subiéndose sueldos y despidiendo gente, personas como Paco, Lucía y el hombre del maletín, siguen sin entender nada.

Enhorabuena por el relato y por la intrahistoria tan potente que lo acompaña!

atenea ha dit...

Me ha gustado la historia, aunque por desgracia sea muy real como te dicen en otros comentarios.

Nos vas dando detalles con cuentagotas para ir descubriendo primero la situación de Paco y Lucía y luego la del hombre del maletín. No me esperaba para nada ese final, ¡y menos que supiera que le fueran a robar! Quizá eso me descoloca un poco, como a Sechat, pero por lo demás genial, como siempre.

Besos! :)